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miércoles, enero 16, 2008
domingo, enero 06, 2008
JESUS MARÍA Y EL INDIO
La imperiosa necesidad de remarcar “lo nacional” en las conciencias – cual fierro candente en las ancas de la historia- es lo que el Festival de Jesús María viene mostrando y mostró en su acto inaugural. Y que deja a los pueblos originarios en el lugar que el imaginario “argento” siempre buscó dejar: en la barbarie.
Con un ballet y la escuadra ecuestre – propiedad del turbio banquero menemista Eduardo Monetta- mas el mandato católico montado en hombros verde oliva; con la demagogia de calzar la presencia del "indio" justificando la tendencia de estos tiempos (tardíos pero reales) que visibilizan al fin la existencia indígena. Pero siempre del “otro lado”, del lado de lo salvaje, lo exótico y lo extraño. Entonces allá fue "Jesús María" con sus ínfulas de armar un rompecabezas cuidado y antojadizo de la identidad argentina sobre el césped del "color y del coraje".
Dice del “indio” la locución: “el verdadero dueño de estas tierras”. Pero a su vez lo pone bien lejos de la argentinidad que empieza para la "civilización" con expresiones como la de Los Chalchaleros –entre otras- y su oligarquía gauchesca y nacionalista.
Y vuelve a decir el recio locutor: “¡Malón! El grito que estremecía las pampas”… y de esa forma anuncia la aparición indígena, como si el malón fuera el único hecho representativo de aquellos -que no solo fueron “verdaderos dueños de estas tierras” sino- dueños y creadores de tanta sabiduría lejana de las bibliotecas civilizantes. Dueños y creadores del respeto por la naturaleza (hoy llamada ecología) y que todo ese valor intrínseco les hace incluso prescindir de aquel título de propiedad. Ya que –para ese “indio”- la tierra no es del hombre sino que el hombre es parte de ella.
Pero ni el locutor, ni Monetta ni los Chalchaleros ni el Festival podrán entender esto mientras la ignorancia, el error, la omisión y/o la intención de imponer ese forcep de identidad argentina; siga dominando escenarios, aulas, despachos y mentalidades.
Con un ballet y la escuadra ecuestre – propiedad del turbio banquero menemista Eduardo Monetta- mas el mandato católico montado en hombros verde oliva; con la demagogia de calzar la presencia del "indio" justificando la tendencia de estos tiempos (tardíos pero reales) que visibilizan al fin la existencia indígena. Pero siempre del “otro lado”, del lado de lo salvaje, lo exótico y lo extraño. Entonces allá fue "Jesús María" con sus ínfulas de armar un rompecabezas cuidado y antojadizo de la identidad argentina sobre el césped del "color y del coraje".
Dice del “indio” la locución: “el verdadero dueño de estas tierras”. Pero a su vez lo pone bien lejos de la argentinidad que empieza para la "civilización" con expresiones como la de Los Chalchaleros –entre otras- y su oligarquía gauchesca y nacionalista.
Y vuelve a decir el recio locutor: “¡Malón! El grito que estremecía las pampas”… y de esa forma anuncia la aparición indígena, como si el malón fuera el único hecho representativo de aquellos -que no solo fueron “verdaderos dueños de estas tierras” sino- dueños y creadores de tanta sabiduría lejana de las bibliotecas civilizantes. Dueños y creadores del respeto por la naturaleza (hoy llamada ecología) y que todo ese valor intrínseco les hace incluso prescindir de aquel título de propiedad. Ya que –para ese “indio”- la tierra no es del hombre sino que el hombre es parte de ella.
Pero ni el locutor, ni Monetta ni los Chalchaleros ni el Festival podrán entender esto mientras la ignorancia, el error, la omisión y/o la intención de imponer ese forcep de identidad argentina; siga dominando escenarios, aulas, despachos y mentalidades.
C ARLOS RIVERO
* l a q u i a c a * p u r m a m a r c a * c o s q u í n *
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